Sintió de nuevo esa sensación recorriendo su espina dorsal, pero esta vez no volteó a ver. Siguió su camino de frente sin titubear hasta llegar a su esquina, a la esquina de siempre.
Ese día, en la esquina de siempre todo se veía diferente, su corneta ya no desafinaba, el mundo ya no era el mismo, el mundo que antes pasaba cotidianamente indiferente lo saludaba con una sonrisa y lo despidia con un aplauso.
Ese mismo día en la esquina de siempre intento dejar atrás todo lo que tuvo, intento desaparecer a todo ser que lo quiso. Esta vez no tuvo éxito, esta vez encontró una razón para seguir viviendo.
Ese mismo día, en la esquina de siempre, el mismo payaso no rió a carcajadas con su característica risa graciosa ensayada, aquel día el payaso de siempre aprendió a sonreir.

2 comentarios:
aay me encaaanta!!.. me encanto.. me paro y te aplaudo!!!!... me gustoo mucho!
cosas que hacemos por algun motivo
que no estamos conformes con eso
las mismas cosas que apreciamos
sin antes darnos cuenta, porque ahora queremos hacerlas y no tenemos que
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